Me hinque de rodillas junto al río, estaba deseoso de sumergir mi cabeza bajo el agua y separar mis sentidos de cualquier distracción, separar mi alma de mi cuerpo.
Pensé en quedarme en esa posición por el resto de mi vida, pero como es obvio no podía, sin aire no se puede vivir, como tampoco se puede vivir sin problemas.
Si nos renovamos día a día en la medida que olvidamos nuestros recuerdos, con lo que en la misma medida que cambiamos nos renovamos en nosotros mismos, siendo el resultado distinto a cada momento, aunque regido por el resultado anterior, y donde solo la armonía, que es eterna tensión, mantiene una continuidad sobre lo que nos gusta de nosotros y lo que no nos gusta, pero que por convencimiento creemos que somos.
Entonces, ¿podemos cambiar?
Sin abrir los ojos, sentí los pies de quien esa mañana me acompañaba. El despertador maldito no paraba de sonar y la bestia que tenía a mi lado parecía muerta, ojalá así hubiese sido.
Me levanté indispuesta, todo gracias a esa maldita rutina que me seguía a todas partes. No tenía ganas de hacer nada, pero tampoco quería estar sin hacer nada. Respetando mi estado de ánimo, no me bañé, sólo atiné a ponerme la ropa que tenía más cerca. Ahí estaban sus calzoncillos. Los odiaba y me odiaba por tenerlo al lado.
Prendí un cigarrillo en aquel cenicero en el que había dormido. Me puse mi chaquetón, tomé mi mochila y partí.
Un sol penetrante molestaba mis ojos; una buena excusa para esconder mis ojos cansados tras unas gafas retro oscuras.
A las diez de la mañana mi celular comenzó a reírse de mí con ese estúpido timbre; mensaje. Impresionada de que las bestias supieran escribir y más aún ocupar el móvil, leí lo que ésta había escrito. Patético, cliché y...exagerado. A pesar de todo, mi estúpida mano respondió el mensaje: “Gracias, yo también disfruto mucho estar contigo. Te quiero”. ¡Aplausos para la mentirosa! ¡Aplausos para el tonto más bobo de la comedia! ¡Aplausos a la molesta rutina!
Sin duda, algo andaba mal. No era el día, ni el celular, ni el sol, ni mucho menos la bestia. Yo era la única capaz de provocar en mí una sensación tan fuerte. El problema era yo y la solución estaba a mano. Fácil. Agua, Ravotril de 0,5 miligramos y todo listo.
Por Meraviglia
Aquí mi existencia es ambivalente, a momentos soy yo y a otros momentos soy solo energía, aquí una caricia puede ser tan destructiva o creadora como en el primer momento, donde puedo estar tan cerca como la mil millonésima parte de un metro y a esa distancia no te puedo ver ni estar contigo, hay algo que me lo impide, cada vez que me quiero acercar a ti hay 1,6x10-19 razones que me dicen que no, es como si una fuerza superior nos impidiera estar juntos, entonces me desvanezco y expando en el vació, para ocupar la nada.
El sol se había consumido y la noche nuevamente me recordaba lo solo que estaba. A mies pies yacían mis pantuflas, las mismas que me había regalado la mama del Chris para la navidad del 2005, la primera que pase sin mi familia y sin ti. Me levante del sillón y prendí la tetera eléctrica. El frío de Agosto siempre me deja a maltraer y termina provocando que me haga adicto al café. El primer sorbo es el mejor, bueno, solo en invierno es el mejor, en verano me suelo quemar. Con el último tomo la temperatura ambiente, si 5 minutos después de haberme servido el café está helado, quiere decir entonces, que probablemente hay 5 grados bajo cero y pareciera que esta vez es así. Ya no sirve de nada que rodee con mis manos el tazón de Mickey…
De a poco empezaron a desaparecer mis pies, así que preferí subir a mi pieza y ver tele acostado. En este tipo de días tener 3 fresadas y 2 plumones cubriendo tu cama no sirve de nada. Encendí el televisor, no hay nada interesante que mirar. Será porque es día sábado, debo ser el único en este mundo que esta mirando tele acostado un día sábado. Que se pudra la televisión!.
El frío termina por hacerse cada vez mas intenso. El ventanal de mi pieza acumula mi respiración en forma de hielo, pero ya poco me importa. Quizás sea un buen momento para que mi amigo Tom Yorke me acompañe con alguna canción. Y el azar me sugiere escuchar “How to disappear completely”, especial para olvidarme de todo, y ojala, encontrar la forma de cómo llegar a desaparecer completamente.
Apoyé mi espalda en el respaldo de la cama. Estaba exhausto de combatir
Deslizó su pincel 100 veces sobre la misma línea imaginaria. Su mirada pérdida en un punto fijo descifraba el temor de algún recuerdo clavado en su memoria. Un eterno letargo, como sumergido en una nube de gas. Por años cargo una y otra vez el mismo revolver y nunca lo quiso disparar. Ricardo habría ocupado toda la mañana en despedirse de sus amigos o de su novia, pero el tiempo no le alcanzo para eso. Las marcas en sus brazos y las jeringas en el piso, harían más tarde, suponer a su familia la causa de su muerte.
